jueves, 20 de agosto de 2015

La quería tanto. Que la dejé intacta.


Años luz en mi fábrica de mundos pasaron, tratando de encontrar qué nos haría mas felices a los dos sin que ella se diera cuenta, todas las técnicas fueron con filigrana, catalejo profundoscopio indagadas, la pregunta máxima fue buscada, la alquimia invocada y estudiada, las ondas de los colores fueron estirados hasta formar una línea blanca y su opuesta negra, vacía.  En el mundo microscópico me sumergía hasta encontrar también su oculto vacío lleno de innumerables puertas gigantes, al espacio y el infinito lancé mis grandes preguntas y mis más locas respuestas, todas las frecuencias inaudibles fueron invocadas por mi aparato sub-sonoro y ultra-sonoro.
A cada pensamiento conseguí una silla y un espacio y luego los arrojé al vacío de la meditación para que se ordenaran por sí solos, rescaté mis gritos ahogados, examiné con detenimiento la composición del líquido de materia obscura que me atragantó en días pasados, recogí los carretes de hilo de cada una de mis cometas de risa, llevé al taller todas mis miradas, incluyendo las perdidas y las desconocidas, descomprimí y desclasifiqué gustos y olores, en fin, cuando llegué al final del túnel había pasado tanto tiempo, con tanta ansiedad y tanta espera y ella estaba allí hermosa, radiante por fuera, triunfante, tan perfecta, y luego me vi ahí, con todos los sentidos ya experimentados por todas las frecuencias y las posibilidades, que decidí que fuéramos unos desconocidos.
     Aunque ambos supiéramos en tiempos distintos que pudimos acercarnos a una parte de nuestros mundos, que nadie más conoce.

Luego salí de ahí caminando y me fue preciso correr antes que se desintegrara ese pensamiento, obnubilado por el resplandor de aquella musa, pero se que fue tan fuerte y tan profundo aquel instante que un fino hilo de luz sobrevivió para susurrarme al oído la respuesta profunda y serena que volvió del verso unido, eran tantas cosas, que era nada.
Y la nada es el comienzo de todo, pero si la tocas, la invocas, la miras o la nombras, todo cambia y como todo debe cambiar, la dejé intacta ya que tanto la quería.